Stalker (feat. @Naya__Queenzie)

Todo comenzó con una canción.

Algún cover de Jonathan Young de alguna canción popular que un buen día encontró en YouTube. Le había llamado la atención desde el primer momento; sus ojos verdes, sus labios carnosos, su voz grave. Era hermoso, y un gran músico, de eso no había dudas.

Un celebrity crush como cualquier otro. No tenía nada de malo.

Había visto todos sus videos, los vlogs, los podcasts y los gameplays, las entrevistas y los shows en vivo, incluso los que habían sido grabados precariamente con el móvil. Eso no fue suficiente, y leyó todas sus publicaciones en Tumblr, y en Facebook, y en Twitter; y cuando se le acabó el material, se metió en las cuentas de todos sus amigos y familiares. Había encontrado la música que componía a los 16, y las fotos de su graduación, y menciones suyas en algunos periódicos locales.

Ok, quizás estaba un poquito obsesionada. Pero, ¿Quién podría juzgarla? ¿Quién podría culparla por sentir cosas hacia alguien que ella consideraba.. fascinante? Este chico era todo lo que ella quería en un hombre. Era carismático, gracioso, inteligente, sobre todo guapo, pero lo que más le atraía era su forma de actuar como un auténtico villano; la maldad le sentaba tan bien, que uno casi podía jurar que realmente era uno de verdad.

Lamentablemente, era algo que nunca podría tener. Porque él obviamente no la conocía, y ella no quería que él descubriera que lo seguía a través de las redes sociales, porque pensaría que lo estaba acosando y llegaría a odiarla.

Y eso sería horrible. Sin embargo, por mucho que lo intentara, no podía simplemente superarlo y olvidarlo. Un video y algunos tweets por semana no eran suficientes, necesitaba acercarse más, saber más de él.

Entonces tuvo una idea. Una muy, muy mala idea. Sabía de un sitio web de lo más cuestionable, que a cambio de una suma de dinero era capaz de proporcionarte todos los datos personales de una persona, incluido su teléfono y domicilio. ¿Estaba llevándolo demasiado lejos? Probablemente, pero no tenía malas intenciones. No iba a hacerle daño, solo quería verlo. Él ni siquiera se iba a enterar.

Un par de días después, recibió por correo la ansiada información. Lo siguiente fue bastante simple: tomó sus cosas, se metió en su auto, y condujo a la dirección que le habían proporcionado. Cuando llegó, se estacionó donde nadie pudiera verla, pero aún así no podía evitar estar nerviosa; no estaba tan segura de que ir a su casa fuera una buena idea, pero le gustaba la idea de correr el riesgo de verlo en persona.

Al parecer ya no había marcha atrás.

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Durante los próximos días, sus “visitas diarias” se convirtieron en una rutina. Aparcaba lejos, asegurándose de que no la viera llegar, se escondía detrás de un arbusto, o apenas asomaba los ojos por el borde de la ventana, y esperaba, y observaba. Su corazón latía más fuerte cada vez que lo veía, tan cerca y tan lejos a la vez, más hermoso incluso que en video. Lo veía en el salón, viendo series o jugando videojuegos, y ocasionalmente salir a hacer las compras. Estaba segura de que él no la había visto espiandolo. Bueno, más o menos.

“Ya deja de espiarme, ¿realmente crees que no me doy cuenta?” Lo escuchó murmurar exasperado, una vez al salir por la puerta.

Un escalofrío le recorrió la espalda. ¡Había sido atrapada! Miró rápidamente a su alrededor, pero realmente no tenía donde ir, estaba en el lugar más oculto a la vista posible y moverse del sitio no la volvería menos visible. Lo único que pudo hacer fue agacharse, abrazar sus rodillas tratando de ocupar la menor cantidad de espacio posible, y esperar.

Pero al final no pasó nada. Él siguió su rumbo, se subió a su auto y se fué. como si nada hubiera ocurrido. Se quedó perpleja. ¿Realmente había escuchado bien? Claramente debía ser una señal para dejarlo todo, irse a su casa y no volver jamás. Pero había una parte de ella que le decía que no se detuviera, y no quería detenerse. ¿Por qué querría dejar ir esto? Quería conocerlo y saber lo que él hacía durante el día. Y por supuesto, no iba a desperdiciar esa oportunidad.

En otras palabras, hizo caso omiso y siguió yendo, a pesar de las advertencias.

Por supuesto, había escuchado bien, y con el transcurso de los días aquella no fue la única vez que Jon vocalizó su fastidio hacia las constantes visitas furtivas de su acosadora. Ella simplemente trataba de esconderse cada vez mejor, pero aparte de eso lo ignoraba por completo. Y es que hasta el momento, aparte del ocasional "deja de acosarme o haré que te arrepientas" murmurado por lo bajo, él no había intentado encararla o hecho nada para detenerla (ni siquiera para ponerle una orden de alejamiento en su contra), por lo que ella supuso que tal vez realmente no le molestaba tanto. Sinó, al menos hubiera cerrado la ventana.

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Ese día comenzó como cualquier otro: se disponía a visitar a Jon, ansiosa por saber lo que estaba haciendo, por verlo otra vez.

Excepto porque ese día no lo encontró por ningún lado.

Qué extraño, pensó. En todo el tiempo que lo había seguido, nunca había salido a esas horas. ¿Qué estaría pasando? No recordaba haberlo visto mencionar ningún evento o convención para esas fechas. Decidió esperarlo unos minutos más; si no aparecía, asumiría que había salido antes de que ella llegara, y se volvería a su casa decepcionada.

Por un momento tuvo la tentación de entrar y hurgar en sus cosas, pero se contuvo. ¿Qué tal si seguía dentro, en alguna habitación que no podía ver desde afuera? ¿Y si estaba enfermo? Volvió a revisar otra vez todos los ángulos desde los que podía ver el interior de la casa. No daba señales de vida y se estaba impacientando.

Estaba demasiado absorta en sus pensamientos cuando de repente, dos fuertes brazos la sujetaron por detrás, inmovilizándola mientras le tapaban la cara con un pañuelo. Un olor dulce y cítrico le invadió los sentidos, y apenas pudo forcejear en vano antes de perder el conocimiento.

Lo último que escuchó fue: "Te lo advertí, pero no me escuchaste".

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Abrió los ojos y luego los cerró de inmediato. Gimió y volvió la cabeza lejos de la brillante luz blanca encima de ella. Bueno, intentó moverse, pero se dió cuenta que sus brazos y piernas estaban atados a una silla. También trató de gritar, pero entonces se dio cuenta de que tenía los labios cubiertos con cinta adhesiva.

"Genial, lo que me faltaba", pensó para sí misma. "Pero en qué lío me he metido. ¿Dónde demonios estoy de todos modos?"

De repente, sus recuerdos regresaron a ella; estaba buscando a Jon pero no pudo encontrarlo, entonces de la nada alguien la agarró por detrás y luego se desmayó. El viejo truco del pañuelo con cloroformo.

Miró a su alrededor y vio lo que parecía ser un estudio de grabación. ¡Un segundo! ¿Sería posible? Ella había visto aquel lugar antes, pero no sabía dónde. Le tomó unos segundos darse cuenta de que estaba en el set de grabación de Jonathan Young. No sabía si sentirse emocionada o preocupada; es cierto que ella siempre había querido ver su set de grabación, pero nunca en una situación como esa, atada a una silla sin forma de escapar.

Mientras seguía perdida en sus pensamientos, comenzó a escuchar algunos pasos acercándose hacia ella. Presa del pánico, trató de liberarse pero no pudo; sí que la habían atado muy bien a la silla.

Un momento después oyó el característico sonido de una puerta siendo abierta y luego cerrada con llave. Oh no, estaba perdida.

“Vaya, vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí? Pero si no es más que la chica que ha estado siguiéndome durante semanas a pesar de que claramente le advertí que dejara de hacerlo." El dueño de los pasos avanzó hasta quedar frente a ella. Un muy enojado Jonathan Young, vestido completamente de negro, con el cabello atado en una coleta. Se veía demasiado bien, pero claramente ese no era el momento para estar pensando en esas cosas.

"¿Por qué no te presentas como las personas normales, en vez de esconderte entre las sombras y espiarme como una loca acosadora? Ah, cierto que no puedes hablar." Hizo un gesto señalando la cinta cubriéndole la boca. "Bueno, es una lástima. Tú ya sabes quien soy yo. Supongo que por eso estás aquí, después de todo. ¿Ya sabes de ese refrán que dice “nunca conozcas a tus ídolos”? Nunca sabes cuándo podrían resultar ser unos psicópatas secuestradores."

Y no cabía duda de que tenía razón, ella no se esperaba que Jon la secuestrara, pero también entendía sus motivos para hacerlo; ella fue quien lo acosaba y no lo dejaba en paz a pesar de las advertencias, en primer lugar. No podía evitar sentirse mal por eso, no se dio cuenta hasta entonces de que estaba invadiendo su privacidad. Después de todo, Jon también era un ser humano.

"Mmhh!! Mffh Mh!!" Intentó gritar, pero la cinta se lo impedía. Las sogas que ataban su cuerpo a la silla tampoco tenían intenciones de ceder.

"¿Qué dices? No puedo oírte." Se burló. "Espera un segundo..." Y le arrancó la cinta adhesiva de la boca de un tirón.

"¡Aahh! ¡Suéltame! ¡AYUDA! ¡Que alguien me ayude, por favor!" Gritó, tan fuerte como pudo. Sentía que estaba viviendo una escena de una película de terror, una pesadilla de la que no podía despertarse.

"Grita todo lo que quieras, nadie puede oírte. Esta habitación está insonorizada." Le dijo, señalando los paneles acústicos que cubrían las paredes. "¿Ves? Además, no te preocupes, no pienso lastimarte... mucho." Sonrió, amenazante.

"¡Ya basta! Lo siento, no quería molestarte. Sé que lo que hice estuvo mal, prometo que si me sueltas me iré y no volveré jamás. Solo quería verte, ¡porque te amo!" Admitió, con lágrimas en los ojos. Al escuchar eso, Jon soltó una carcajada.

"¡Pft! Enserio, ¿me amas? ¿Qué sabrás tú de amor?" Ella bajó la cabeza, avergonzada, pero no dijo nada. "¡Ni siquiera me conoces! ¿Crees que por haberme visto en un par de videos en YouTube sabes quien soy? No sabes nada sobre mi." Gruñó, mostrándole los dientes. Ella se encogió en la silla, intimidada.

"¿Sabes qué? Sé exactamente por qué estás aquí. Y para que veas que no soy una mala persona," se arrodilló frente a ella para quedar a la misma altura, la tomó por las rodillas y separó sus piernas tanto como las ataduras se lo permitían. "Voy a darte lo que quieres," le dijo, mientras pasaba lentamente sus dedos por la costura de sus pantalones, justo por encima de su sexo. "Quizás entonces finalmente me dejes en paz."

“¿Q-qué me vas a hacer?” Preguntó asustada pero él no dijo nada, ni una sola palabra. Solo empezó a desatar las cuerdas que la sujetaban las piernas, y luego las del torso. Después la levantó de la silla.

“¿En serio me va a dejar ir?” Pensó un poco dudosa. Sabía que estaba enojado con ella, no pensaba que llegara a desatarla tan pronto. Pero de repente, sintió un fuerte jalón del cabello, y luego su cara presionada contra la fría pared.

"Creo que no estás comprendiendo la situación en la que estás metida." espetó, mientras le jalaba el borde de la camiseta hasta la altura de los hombros, exponiendo sus senos al aire viciado de la habitación. Tomó uno de ellos en una de sus manos y lo manoseó sin delicadeza. “Voy a pasármelo bien” le susurró en el oído, provocando que ella se estremeciera.

No podía creerlo, ¿en serio esto iba a ocurrir? La parte lógica de su mente le decía que debía luchar, debía gritar y tratar de escapar. Sin embargo... todo esto se parecía demasiado a sus fantasías nocturnas, en las que Jon la tomaba por la fuerza como el villano que debía ser. ¿Acaso había algo malo en ella, teniendo aquellos deseos oscuros? Cualquier otro estaría mortificado en esa situación, pero ella se estaba excitando.

"Noo, por favor, suéltame... ¡Déjame ir!" forcejeó débilmente, sin verdaderas intenciones de zafarse. Solo para no dejárselo tan fácil y conservar algo de su orgullo.

"Oh, cállate. Te estás muriendo de ganas de que te la meta, y lo sabes." Le bajó los pantalones junto con la ropa interior de un tirón, y metió bruscamente dos de sus dedos en su anhelante entrada. "Wow, apenas empezamos y ya estás toda húmeda. Qué patética." Se mofó.

“A-ah!~ N-no, p-por favor basta!” Ella comenzó a gemir, rogándole que se detuviera, a pesar de que en el fondo estaba disfrutando de la situación en la que se encontraba.

“Que te calles.” Le metió los dedos en la boca, dándole de probar sus propios fluidos. “Estoy harto de las personas como tú, tratándome como si tuvieran control sobre mi vida y diciéndome todo el tiempo lo que tengo que hacer. ‘Jon, haz mi canción favorita’, ‘no, Jon, haz MI canción favorita.” Canturreó con voz burlona. “Esta vez voy a hacer lo que yo quiera.”

Por un momento se separó de ella. “Espera. No quiero contagiarme tus gérmenes.” Lo oyó manipular un sobrecito plástico, arrancando un trozo con los dientes y escupirlo en el suelo. Y luego, el sonido de una cremallera abriéndose. Entonces supo que debía prepararse para lo que venía después. Algo mucho más grande, más largo y grueso que sus dedos empujó contra su entrada. Le frustraba un montón estar de espaldas y no poder verlo deslizarse dentro de ella. "¿Puedes sentirlo?" Le susurró al oído.

"Oh, m-mierda...." Gimió. Jon no iba a esperar hasta que ella se acostumbrara al dolor, ni quería que le gustara. Su plan era follarla y lastimarla varias veces hasta que ella se asustara y lo dejara en paz, y usarla para desquitar su frustración hacia sus seguidores, siempre exigiéndole que cantara sus tontas canciones favoritas; le hervía la sangre de solo pensarlo. Así que empezó a embestir a la chica fuerte y profundamente.

“¡Ahh!~ B-Basta, por favor ¡Mn!~ duele, m-me lastimas!” Ella seguía gimiendo, y seguía fingiendo que no le gustaba lo que estaba haciendo, pero en realidad le encantaba. Era un sueño hecho realidad, la manera en que le hablaba, cómo la tocaba; tan cruel y sanguinario… ¡Dios! la volvía loca.

"Ohh, ¿te duele? Bien." Gruñó. "Me preocupaba que... ahh... lo estuvieras disfrutando demasiado." Una mano le tiró violentamente del cabello, echándole la cabeza hacia atrás para poder verla mejor. "Yo sé que lo estás disfrutando, no estás engañando a nadie. Mhh... ¿O quizás solo estás intentando engañarte a ti misma, para limpiar tu sucia conciencia? Estás enferma." Una estocada particularmente feroz la hizo chillar.

"Mierda, estás tan apretada..." Sus embestidas se volvieron cada vez más erráticas e implacables, buscando sólo su propio placer, sin importarle si le hacía daño o no; hasta que finalmente, con un grito gutural, se corrió. Y se detuvo.

La chica aún seguía tratando de empalarse a sí misma en su menguante erección, gimiendo y olvidándose por un momento de su acto. Estaba tan perdida en su gozo que se desconcertó cuando Jon salió de ella, se quitó el condón, le hizo un nudo y lo tiró en una papelera, a un lado del escritorio donde producía su música.

"¿¿Qué?? Pero yo no- mhhh mf mgghh!!" No pudo terminar la oración porque Jon volvió a pegarle un trozo de cinta en la boca. Con una mano en su cabeza la guió hasta quedar arrodillada en el suelo, y con un par de vueltas de cinta le unió los tobillos para que no se pudiera mover.

"Ahora sé una buena niña y haz silencio, que tengo cosas que hacer." Le dió unas palmaditas en la cabeza como si fuera un perro, y luego se dirigió a su escritorio. Se sentó frente a su teclado, se colocó sus audífonos y se dispuso a trabajar, dejándola en el suelo apenas a unos cuantos metros detrás de él, con las manos atadas, terriblemente insatisfecha.

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Trató de llamarlo, pero con la cinta en la boca se le hacía imposible; solamente podía hacer unos ruidos bajos. Jon solo se disponía a ignorarla; el desgraciado se lo había dejado en claro cuando intentó sentarse sobre sus talones y frotarse contra ellos para alcanzar finalmente el ansiado clímax, y él, sin siquiera darse la vuelta, le advirtió: “Ni se te ocurra tratar de venirte sin mi permiso, o te irás a la cama sin postre.”

No sabía cuánto tiempo había estado atada, una... dos horas? De lo único que estaba segura era de que había pasado demasiado tiempo arrodillada en el suelo mientras Jon trabajaba. Le encantaba verlo trabajar en su música, y sin mencionar cómo tocaba el teclado; con las ganas que tenía de que la tocara como si fuera uno de sus instrumentos. Pero también seguía enojada con él por haberla dejado tirada luego de usarla para su propio placer. No se lo había perdonado tan fácilmente.

Después de un rato que se le hizo eterno, Jon por fin se levantó de la silla, desperezándose como un gato. Pero sin siquiera voltearse a mirarla, abrió la puerta y se retiró de la habitación. Por un momento se preocupó; ¿qué tal si la dejaba ahí encerrada y se iba? Por suerte, apenas unos minutos después regresó, secándose las manos con una toalla. Seguramente sólo había ido al baño.

"¿Me extrañaste? Porque yo sí te extrañé." Le dijo, con una sonrisa lasciva, retirando su miembro semi-erecto de los confines de su pantalón y bombeándolo un par de veces con una mano. Con la otra le arrancó otra vez la cinta de la boca, pero antes de que ella pudiera emitir palabra alguna le tiró del cabello para acercarle la cabeza a su entrepierna. Ella emitió un gritito de sorpresa, y él aprovechó para meterle toda la longitud en su boca de un solo empujón. "Chupa. Prepárame bien y tal vez considere recompensártelo."

Su reacción inmediata ante la súbita intrusión fue tratar de echarse hacia atrás, pero una mano inamovible sosteniéndola por la nuca le impedía moverse. Su glande presionaba contra el fondo de su garganta y le provocaba ganas de hacer arcadas. Él parecía disfrutar de su forcejeo, su miembro cada vez más duro, su agarre cada vez más firme, forzándola a tomarlo cada vez más adentro de su boca. No tuvo más remedio que tratar de relajarse y permitirle hacer lo que quisiera con ella.

"Ahh, si, así... mhh... podría acostumbrarme a esto. Sigue así y no querré soltarte jamás..." Gimió, moviendo sus caderas lentamente, soltando un poco su cabeza al notar que ella trataba de moverse por cuenta propia al ritmo de sus embestidas. Mirando hacia arriba, viendo cómo Jon entrecerraba los ojos y se mordía el labio inferior en una expresión de placer; sabiendo que ella había causado todo eso, sentía que tenía cierto control sobre la situación que claramente en realidad no tenía.

Después de unos minutos, se retiró con la misma brusquedad con la que había entrado, respirando agitado como si hubiera estado corriendo una maratón. "Para." Por un momento ella pensó que había hecho algo mal, pero entonces él sacó otro condón de su bolsillo. En ese momento supo lo que iba a pasar, esto se iba a poner bueno. Jon se puso de rodillas y se dispuso a quitarle nuevamente las cintas de los tobillos.

“Levántate” dijo agarrando su cabello con más fuerza, haciéndola ponerse de pie. Luego de eso, la agarró por los muslos y la estampó contra el escritorio. “Es hora de terminar este pequeño juego” Con estas palabras, agarró su miembro y se lo metió hasta el fondo, haciendo que ella gritara de placer.

“¡Ahh!~ D-dios, ¡Mmnn! Jon, p-por favor” trataba de hablar pero no podía, cada estocada era como una inyección de éxtasis. Sentía como si estuviera elevada en las nubes y no quería bajarse.

“¿Por favor qué? ¿Quieres que pare? Oh cariño, eso no va a pasar” Siguió con sus fuertes y erráticas estocadas. Ella estaba un poco incómoda en esa posición, apoyada sobre el escritorio con las manos detrás de la espalda, se le estaban empezando a entumecer los brazos; pero agradecía estar frente a frente y poder verlo mientras entraba y salía de ella.

Jon había perdido totalmente los estribos. Desencajado y con el pelo revuelto, le pareció más bello de lo normal; como admirar la majestuosidad de un tigre justo antes de perder la vida entre sus fauces. Ya no podía, ni quería, contener sus gemidos, sus barreras habían caído. Ahora que había probado el fruto prohibido, sabía que ya no podría volver a vivir sin él, y no soportaba la idea de que esta fuera una experiencia de una sola vez en la vida.

Por un momento, él también olvidó cuál era su propósito con todo esto. ¿Realmente quería alejarla? La verdad era que... le estaba tomando cariño. Ella era bonita, claramente tenían cosas en común, y le agradaba su estilo; ella había averiguado su dirección para acosarlo, él la había secuestrado para violarla. Supuso que en el fondo, no eran tan diferentes; los dos estaban totalmente locos.

"¡Ah! ¡Por favor! ¡No pares! ¡No te atrevas a detenerte! Maldita sea", gimió casi suplicando. No podía soportarlo más, quería y necesitaba más de él, quería que la follara tan fuerte que no pudiera llegar a caminar durante una semana. Jon siguió embistiéndola sin piedad y remordimiento solo para mantener su orgullo hasta alcanzar el clímax.

“Carajo.. me voy a.. me voy a c-” intentó avisar, pero un par de cálidos labios le impidieron terminar la frase, y ahogaron su último gemido mientras llegaba al orgasmo con una intensidad que era proporcional al tiempo que había permanecido excitada. Se aferró a él como pudo, considerando que sus brazos seguían atados, ahondando en un beso que no quería que acabara jamás. Y Jon se permitió por un momento tratarla con la calidez de un amante, en lugar de su habitual violencia, en lo que daba unas últimas estocadas erráticas antes de correrse dentro del condón, por segunda vez en el día.

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Estaba irritado, confundido, furioso; no tanto con ella, sinó consigo mismo. ¿Qué había sido eso? Había bajado la guardia, había mostrado debilidad. Inaceptable. No tenía tiempo para tonterías y distracciones como los sentimientos.

“Fuera de mi casa.” murmuró, sin siquiera voltear a verla. No podía verla.

“Ehh... Jon?” Trato de hablarle, pero estaba nerviosa. ¿En serio iba a dejarla ir así como así, después de lo ocurrido?

“He dicho. Fuera. De. Mi. Casa. ¿Estás sorda o qué?” Dijo con tono molesto, estaba tan frustrado que no sabía qué hacer.

“No es eso, es que... aún sigo atada.” dijo intentando zafarse sin éxito. Jon suspiró pesadamente y le dio la vuelta para quitarle las cuerdas de sus muñecas de mala gana.

“Arréglate la ropa y lárgate” dijo acomodándose el cabello; estaba despeinado y un poco sudado, pero aún así se veía sexy. Ella no dijo nada, solo asintió sin mirarlo mientras se arreglaba la ropa. No sabía si sentirse triste o aliviada; él parecía realmente enojado y seguro que no quería volver a saber nada de ella, pero al menos estaba dispuesto a soltarla en lugar de... encadenarla en el sótano o algo peor.

Después de eso, Jon la agarró del brazo y bajaron las escaleras para dirigirse a la salida. Ella avanzó hacia su auto sin mirar atrás, sabiendo que esta sería (probablemente) la última vez que lo vería en persona. Pero él no pudo contenerse; se había dado cuenta de que su rutina era menos monótona desde que esta chica había aparecido en su vida, y ahora no podía estar sin ella, aunque no se lo iba a demostrar. Debía mantener su orgullo y no volver a mostrar debilidad.

“¡Oye!” Gritó, llamando su atención. “Si regresas, ya sabes lo que va a pasar,” continuó su oración con tono serio. “Y quizás, la próxima vez no te deje ir.”

Al escuchar eso, la chica no pudo reprimir una sonrisa. ¿Había escuchado bien? ¿Había implicado la posibilidad de una próxima vez? ¿Significaba eso que si se atrevía a regresar a su casa, se la volvería a follar? ¿Volvería a reclamarla como suya una y otra vez? Quizás no era la mejor idea, estaba jugando con fuego… pero era un riesgo que no dudaría en correr para poder volver a verlo. Se dio la vuelta, le sonrió de oreja oreja y le preguntó:

“¿Eso es una amenaza o una promesa?”.

Jon solo se rió y respondió, con esa sonrisa malévola que tanto le caracterizaba: “Eso dependerá de ti”.

(Terminado el 18 de Abril del 2021)

[Notas de las autoras:
N.Q: Uff! ¡Por fin terminamos este fic! Tanto tiempo pero valió la pena!! ^^

FHP: Esto... se nos fue un poco de las manos, haha. But it was fun! Coincidimos en que ambas teníamos más o menos la misma idea =P

N.Q: Tienes razón, jaja! Pero ya en serio si Jon llega a leer esto.. no nos querrá a ver ni en pintura :|

FHP: Por eso uso una identidad secreta ;)

N.Q: Es cierto XD

FHP: Shout out al cover de Oogie Boogie's Song por ser nuestra máxima inspiración. Y a todas las pequeñas referencias a otros covers que metimos por ahí.

N.Q: Sin mencionar a la referencia a Killing Stalking con todo el tema de la chica acosadora que termina siendo raptada por el chico que le gusta.

FHP: Pero con menos traumas físicos y psicológicos XD ]