Parálisis

Según ella, estar despierto a las 11 a.m. era demasiado temprano. Ese día no tenía razones para levantarse al menos hasta la 1 p.m., ni obligaciones, ni interrupciones. Un buen día para tener sueños lúcidos.

Con años de práctica se había vuelto bastante buena, conocía los chequeos de realidad como la palma de su mano, hasta tenía un diario para escribir sus aventuras en el mundo de los sueños. Ese día no tenía ningún plan, más que dejarse llevar por las olas de su subconsciente. Normalmente tratar de forzar una situación específica solo traía decepciones.

Sentada en la cama, viendo con somnolencia algunos videos en su móvil, esperó que pasara una hora desde su despertar. Después de una larga cadena de memes y covers metaleros de canciones de Disney, para cuando volvió a mirar el reloj ya eran las 12:08 a.m.

Hora de volver a dormir.

Se acostó de lado, cerró los ojos y esperó. Estaba inquieta, sentía que ya se había desvelado, que estaba demasiado despierta. Durante unos minutos trató de permanecer inmovil y de ignorar la repentina necesidad de rascarse un brazo. Al final terminó cediendo; la picazón la estaba distrayendo, y mientras antes cesara, antes podría volverse a dormir.

Excepto porque no podía moverse.

Es normal, la propia definición de parálisis del sueño, casi inevitable al utilizar esta técnica para soñar lúcido. Trató de mover los dedos. Por un momento creyó que podía, quizás lo había alucinado.

A pesar de que ya estaba acostumbrada a los síntomas, su instinto de supervivencia le urgía que intentara moverse, que intentara gritar. Se tuvo que tragar las ganas de luchar contra la parálisis, de lo contrario sus planes habrían fracasado.

Sentía que todo su cuerpo vibraba. Un ruido ensordecedor atentaba con explotarle los tímpanos. No era real, no podía hacerle daño. Solo duró unos segundos. Al final valdría la pena.

Entonces sintió una presencia en la habitación. Una sombra, moviéndose ante sus ojos apenas entreabiertos. La sensación de que alguien se sentaba en su cama, se recostaba contra su espalda. Manos tocando su cuerpo. Un aliento tibio contra su nuca.

Otro síntoma de lo mas normal, aunque bastante más divertido que los otros. Íncubos. O al menos, el origen de su leyenda.

Luego se despertó, pero no realmente. Un falso despertar.

El reloj digital mostraba unos símbolos ilegibles. Repitió todos los chequéos y técnicas de estabilización que recordaba, se miró las manos; tenían mas dedos de lo usual. Examinó su habitación. Se veía bastante normal, aunque estaba segura de que esos posters no estaban ahí antes de acostarse. Y había una pecera en una esquina por alguna razón. En la silla del escritorio estaba sentado el hombre mas bello que hubiera visto en su vida, como si fuera lo más normal del mundo. Llevaba un traje formal, la barba tupida, sus largos cabellos oscuros acariciaban sus hombros. Sus ojos rodeados de kohl brillaban de un tono amarillo siniestro.

Oh, este iba ser un buen sueño.

Se acercó a él con la confianza que le da a uno la idea de estar soñando y pensar que nada de lo que haga tendrá consecuencias. Este era su sueño, y en lo que durara, le iba a sacar el mayor provecho posible. Sabía bien que mezclar sexo con sueños lúcidos no solía ser una buena idea, las emociones intensas tendían a desestabilizarlos, pero eso no le impediría intentar. Al acercarse notó unos cuernos retorcidos, como los de un carnero, creciendo a los lados de su cabeza. Interesante. Era un demonio? Un íncubo? Quizás inconscientemente había materializado un íncubo en su sueño por estar pensando en eso durante la parálisis.

Lo primero que salió de su boca fué "Hey. Quieres follar?". Empezamos con buen pié, pensó. En su defensa, solo tenía dos neuronas despiertas, y los sueños lúcidos solían durar poco, así que no tenía tiempo de irse con rodeos. El hombre sonrió de forma maliciosa.

"Wow, que sutil. Ni siquiera vas a invitarme a cenar?" Su voz era grave y profunda, como miel tibia escurriendose en sus oídos. Se pasó la mano por el cabello, acomodando algúnas hebras rebeldes detrás de la oreja. Ella notó que por debajo del puño de su camisa se asomaba un tatuaje, en la muñeca de la mano izquierda. Por un momento creyó que parecía un ojo. No estaba segura, cada vez que lo miraba cambiaba de forma. "Al menos cómprame una pizza."

Para cuando se dió cuenta de su error la habitación comenzó a dar vueltas, su visión se puso negra.

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Estaba otra vez en la cama. Con algo de decepción supuso que el sueño había acabado. Lástima, le hubiera encantado tener un sueño húmedo, aunque fuera medio decepcionante como el sexo en sus sueños lúcidos solía ser.

Entonces abrió los ojos, y se sobresaltó. El mismo hombre de antes estaba subido a horcajadas sobre ella, mirándola como un depredador mira a su indefensa presa, sabiendo que no tiene escapatoria. Estaba desnudo, moviéndose detrás de él le pareció ver una larga cola. Trató de erguirse de la cama, pero no pudo.

Forcejeó. Era como ninguna otra parálisis del sueño que hubiera tenido antes: podía mover el resto del cuerpo, pero las extremidades le pesaban como si estuvieran hechas de iridio puro. Trató de gritar, pero solo pudo emitir algunos sonidos incoherentes.

Él pareció sentir su desesperación. "Tranquila, no voy a hacerte daño. No mucho." Con una de sus manos tomó su rostro, forzándola a mirarle a los ojos. La otra bajó por su cuello y acarició levemente el espacio entre sus pechos. Entonces ella notó que estaba desnuda también. "He visto como me miras. Estoy aquí para darte lo que quieres." No supo exactamente a que se estaba refiriendo, pero no podía discutir contra eso. Literalmente le había sugerido que tuvieran sexo momentos atras. "Y porque tengo hambre. Beneficio mutuo. Todos ganamos." Sonrió. Sus labios carnosos y rosados seguían pareciéndole igual de tentadores, incluso en esa posición. Especialmente en esa posición.

Se sentía expuesta, vulnerable; pero no podía negar que toda esa situación le estaba gustando. El hombre (Íncubo? Supuso que era un íncubo) la ponía nerviosa, pero la idea de estar a merced de un especie de "ser sobrenatural" le resultaba excitante. Especialmente uno tan atractivo como él.

Además obviamente seguía soñando, que podía salir mal?

"Conozco tus fantasías," continuó, "las cosas que piensas cuando me ves. Las cosas que quieres que te haga." Con la mano que recorría su pecho pellizcó bruscamente uno de sus pezones. Ella emitió un quejido, los sueños supuestamente no debían doler. "Tienes una mente muy sucia, sabes?". Con la otra la tomó con fuerza por el cabello, usando el agarre para empujar sus labios contra los suyos. Su boca se sentía tibia y húmeda, extrañamente normal. En sus sueños, generalmente los besos eran fríos e indiferentes, como besar a un maniquí. Él se había apoderado completamente de la situación, mordizqueando sus labios con dientes filosos.

El beso fué intenso pero corto, pues él estaba impaciente y su boca tenía mejores planes. Esta fué bajando por su cuerpo, lamiendo y mordiendo su camino hasta llegar a los pliegues húmedos de su entrepierna. La acomodó en una posición mas cómoda, flexionándole las rodillas para tener mejor acceso. Su lengua caliente rozó tentativamente su enrojecido clítoris y la hiso temblar.

El no poder enredar sus manos en aquel cabello de aspecto sedoso y sentir la textura de sus cuernos la estaba desquiciando, pero no podía hacer más que permanecer allí inmovil y recibir sus atenciones; como jugueteaba con su punto más sensible, lamiendo y chupando con entusiasmo. Luego bajó a devorar su abertura, su lengua entraba y salía imitando del coito. Su barba raspaba la piel sensible de sus labios vaginales, la punta de su naríz le rozaba insistentemente el clítoris. Sus ojos amarillos, inhumanos, la miraban con intensidad desde aquel espacio entre sus piernas, observando cada reacción, cada manifestación de placer.

Cuando estuvo a punto de llegar al orgasmo se detuvo, como si pudiera leerle la mente. "Te estas divirtiendo? Espero que este "sueño" este cumpliendo tus expectativas." Sus labios estaban mas rojos e hinchados que antes. Así le pareció aún más hermoso.

Él se irguió sobre ella, imponente. Sus manos volvieron a tomarla del rostro, forzándola a besarlo otra vez. Podía sentir el sabor a sexo en su boca, la humedad en su barba. Había tenido sueños lúcidos excepcionalmente realistas con anterioridad; había probado comida, sentido la lluvia sobre su piel, pero nada como esto. Los colores eran demasiado vívidos, las sensaciones demasiado intensas.

"Hora de tomar lo que me pertenece", le susurró al oído. Con una mano dirigió su pene hacia la expectante entrada, y sin más, la penetró.

Apenas le dió tiempo a ajustarse, sus embestidas largas y profundas parecían llegarle al alma. Podía sentir el grosor de su miembro estirando sus paredes, el sonido obsceno del choque entre sus cuerpos. Sus manos le rodearon el cuello, apretando apenas lo suficiente como para dejar bien claro el mensaje: eres mía, tu vida está en mis manos. "Esto es lo que querias, eh? No querías que fuera gentil contigo, querías que te tomara por la fuerza?" Ella no podía responder, así que se limitó a asentir fervientemente con la cabeza. "Y yo vivo para complacer." Sus estocadas no tardaron en volverse feroces, implacables.

De repente sintió un objeto delgado y agudo presionando contra su esfínter. Ah, si, la cola. Casi la había olvidado. El apéndice empujó con insistencia hasta entrar, indefinidamente, la sensación tan extraña como estimulante.

Ella no sabía si estaba gimiendo o solo imaginando que gemía. La parálisis era insoportable; no poder tocarlo, aferrarse a él. No poder tocarse. Era una tortura. "Por favor", creyó alcanzar a murmurar. Las palabras no salieron de su boca; si lo hicieron él las ignoró por completo. En su lugar siguió embistiendo, penetrándola con violencia, buscando su propio placer. Sus manos le apretaban el cuello cada vez más, cortándole la respiración. Su rostro se había contorsionado en una mueca terrible, amenazadora, mostrando los dientes, dejando entrever largos y afilados colmillos. El dolor y el placer se mezclaban formando éxtasis puro. Los ojos se le estaban empezando a nublar. Dioses, era una enferma.

La cola se movía dentro de ella imposiblemente profundo, la fricción la estaba volviendo loca. El ritmo impetuoso se volvió cada vez mas errático. Nunca supo si el íncubo pudo sentir su frustración o si solo se apiadó de ella porque él tambien estaba cerca, pero al final soltó una de las manos que apretaban su cuello para masturbarla, estimulando su cuerpo simultaneamente desde todos los ángulos y permitiéndole respirar otra vez.

Fué como si toda su energía vital se le escapara en un orgasmo explosivo, el más intenso de su vida. Emitiendo un desgarrador gemido gutural el íncubo se corrió después, impulsado por sus contracciones vaginales, y se desplomó sobre ella. La cola se retiró lentamente de su interior, la sensación incómoda y desagradable.

Por un momento notó que podía mover los brazos, pero ya no importaba. Su visión comenzó a oscurecerse, la invadió una extrema pesadez, un dolor de cabeza parecido al de la fiebre. Él se había acurrucado a su lado, extrañamente afectuoso considerando todo lo que había transcurrido entre ellos hasta entonces.

Lo último que pudo percibir antes de perder el conocimiento fué la melodiosa voz del íncubo entonando suavemente un arrullo que le sonó familiar:

trust in me, just in me
shut your eyes and trust in me
you can sleep safe and sound
knowing i am around

Su tono le dió la impresión contraria.

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Se despertó sintiéndose agotada, como si tuviera la peor resaca de su vida, y a la vez más satisfecha de lo que se había sentido en años. Su último sueño lúcido había sido todo un éxito, más vívido que nunca, su favorito hasta la fecha. Rapidamente tomó su carpeta y empezó a anotar.

"14/apr/19 - Soñe que tenía sexo con un demonio, un íncubo o algo así. Durante el sueño no me di cuenta, pero era idéntico a Jonathan Young, un músico que hace covers de canciones populares en YouTube..."

Cuando terminó de escribir (con todo lujo de detalles) se levantó por fín de la cama, decidida a comenzar el día. Realmente necesitaba una ducha, tenía la ropa interior empapada. El reloj marcaba las 12:49 p.m.

Lo que vió en el espejo le heló la sangre. No habia forma lógica de explicar las marcas.

(Escrito el 14 de Abril del 2019)

[Notas de la autora: Bueno, despues de 12 años sin siquiera pensar en tratar de escribir un fic, espero que no haya quedado tán mal. Cuando empecé a escribir no esperaba que acabara convirtiendose en un auténtico kinkfest, pero las cosas se salieron de control. Las descripciones del sueño estan basadas en mis propias experiencias y en descripciones comunes que suelen repetirse en los reportes de otra gente, para asegurarme de que quedara realista y que las experiencias no se aplicaran solo a mi. La segunda parte me costó un poco más ya que tengo algo de experiencia en sueños lúcidos, pero no en tener sexo con Jonathan Young. Pero no me molestaría practicar. You know, for science.

Traté de no distraerme demasiado con detalles y acabar convirtiendo el fic en un tutorial, ni explicar tán poco que la gente menos interiorizada en el tema no entendiera nada. Creo que quedó decente en ese aspecto, pero si no es así (o si quieren saber más) hay montones de sitios web y videos sobre cómo tener sueños lúcidos, técnicas y demás. El método usado en esta historia se llama WBTB (Wake Back To Bed) y en mi opinión es el más efectivo y fácil de aprender.

Lo siento, Jon. De verdad. Espero que nunca leas esto. Pero si un día lo lees, espero que te guste ;)]