Artificial
La caja de dos metros recostada en medio del salón era intimidante; aún no
entendía exactamente cómo había cabido por la puerta. Dos hombres del correo la
habían cargado como si de una de esas camillas que se usan para transportar a
los deportistas lesionados se tratase, y después de hacerle firmar algunos
papeles, se habían ido. Dejándola a solas con el paquete.
Por un momento pensó que tal vez debería haberles pedido que se quedaran, en
caso de que el producto tuviera fallas de fabricación; la compañía que se lo
había enviado apenas le daba tres meses de garantía, pero enviarlo otra vez por
correo a la fábrica le iba a costar una fortuna. Sin embargo, después de ocho
largos meses de espera (y de una vida esperado a que la tecnología alcanzara ese
punto), no quería que le arruinaran aquél momento de intimidad.
Cuando vio el comercial del nuevo iBot, le pareció que por fin estaba viviendo
en el futuro. En realidad no era más que un asistente virtual glorificado, como
Siri, Alexa o Cortana, metido dentro de un robot de piel sintética
indistinguible de una persona real. Tenía un sintetizador de voz y una
inteligencia artificial similar a Cleverbot; se conectaba a internet para
responder preguntas básicas, hacer búsquedas y compras online, leer codigos QR,
controlar smart homes, interactuar con dispositivos Bluetooth, NFC y
cosas así. También servía para hacerle compañía a personas solitarias, y hacer
llamadas de emergencia en casos de necesidad.
Por supuesto, la suya era una versión bootleg de imitación, no solo
porque se ajustaba mejor a su presupuesto, sino por cuestiones legales. Las
empresas que hacían ese tipo de robots solían tener limitaciones a la hora de
usar la imagen de personas reales sin consentimiento para modelar sus productos,
por lo que había tenido que buscar una compañía sin escrúpulos suficientes como
para negarse a su pedido.
Un androide asistente hecho a imagen y semejanza de su músico y youtuber
favorito, Jonathan Young.
Después de luchar varios minutos con la cinta adhesiva se le ocurrió que tal vez
debería ir a buscar una navaja, pero temía que si dejaba de mirar el paquete por
un instante este fuera a desaparecer; le costaba creer que todo esto no era un
sueño. Abrir una caja no le había hecho tanta ilusión desde que dejó de creer en
Santa Claus.
Le preocupaba el uncanny valley; ya había visto fotos del proceso de
fabricación y el modelo terminado antes de que se lo enviaran, pero lo que se ve
en fotos bidimensionales no siempre es lo mismo que se ve en la vida real. Sin
embargo, cuando por fin pudo abrir la caja (después de mucho luchar con la cinta
adhesiva, los precintos de seguridad y todo el acolchado protector) sus miedos
se esfumaron de inmediato; no había manera de asegurar que lo que estaba viendo
era un androide sintético y no el mismísimo Jon durmiendo apaciblemente dentro
de la caja.
La piel sintética era demasiado uniforme, demasiado inmaculada comparada con
piel de verdad, y tenía algunas rebabas de silicona en las uniones del material
(que con muchísimo cuidado tendría que retirar con la navaja), pero aparte de
eso era una copia exacta del youtuber, desde la curvatura convexa de su nariz
hasta la rotura en el diente incisivo central superior izquierdo. Por desgracia,
no habían tenido referencias para modelar el cuerpo, por lo que tuvo que
conformarse con una aproximación; un cuerpo de complexión promedio, amplias
caderas, y mucho, mucho vello corporal. No era una copia 100% exacta, pero no se
podía pedir más.
Aparte de eso, dentro de la caja (y posicionado convenientemente sobre su
entrepierna) también se hallaba un manual de instrucciones, escrito en un inglés
que claramente había sido traducido del chino usando Google Translate y
que vagamente le recordó a los covers de Malinda. En este se explicaban (más o
menos), instrucciones de configuración, cuidado y limpieza, de la carga de un
especie de líquido lubricante (en un compartimiento oculto en la región
cervical) y de la batería. Por lo que pudo entender, el androide tenía unas 12
horas de autonomía y 30 minutos de carga, pero antes del primer uso debía
dejarlo cargar por tres horas.
Al retirar el manual, se sorprendió al descubrir que el androide era
anatómicamente correcto.
Tratando de sacarlo de la caja se dio cuenta de que los tipos del correo no
exageraban, el robot pesaba lo que un humano normal de su estatura y complexión
física. Con algo de esfuerzo lo arrastró hacia su cama; necesitaba enchufarlo al
cargador, y dejarlo tirado en el suelo se sentía incorrecto. Por primera vez
agradeció estar viviendo en una casa de un solo piso, porque subirlo por las
escaleras hubiera sido un drama.
Cuando finalmente logró dejar al androide sobre la cama y conectarlo a la
electricidad (desde una toma escondida detrás de su oreja derecha), intentó
distraerse y aprovechar el rato para completar algunas tareas pendientes
mientras pasaban las tortuosas tres horas de carga inicial, pero de ningún modo
podía concentrarse en nada sabiendo que tenía aquél bello durmiente sobre su
cama. Eventualmente se rindió al tratar de hacer algo productivo y decidió
esperar, ansiosa, los últimos minutos recostándose a su lado.
Con la adoración y reverencia que solo tenía reservadas para el Jon de carne y
hueso pasó la punta de sus dedos por el puente de su nariz, las largas pestañas,
los prominentes pómulos y la barba sintética, los gruesos labios y el largo
cabello castaño, que le pareció incluso mas suave que el cabello real. Suspiró.
Era demasiado hermoso, perfecto y todo lo que había deseado en la vida desde
aquél fatídico 24 de junio del 2016. Supo entonces que incluso si estuviera
defectuoso, incluso aunque lo único que pudiera hacer con él fuera dejarlo allí
acostado sobre su cama, todo había valido la pena. No le molestaría despertar
todos los días viéndolo así, dormir su sueño eterno.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que, al ver al androide abrir por primera
vez los ojos, se sobresaltó.
"Iniciando el sistema, por favor espere." Emitió con una monótona voz femenina
que no le correspondía a su forma, y se sentó. "Escaneando." Sus ojos se
iluminaron y la luces, como si fuesen linternas, registraron cada rincón de la
habitación, hasta posarse sobre ella. Por un momento la luces enfocadas directo
a su rostro la enceguecieron, pero luego se atenuaron hasta adoptar un brillo
tolerable, como el de la pantalla de un móvil. "Hola, usuario. Por favor ingrese
sus datos para continuar."
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"Jon, que hora es?"
"Son las 12:11, usuario."
"Jon, cual es la temperatura actual?"
"Hace 26 grados centígrados, usuario."
"Jon, cual es el significado de la vida, el universo y todo lo demás?"
"Cuarenta y dos."
Los primeros días los pasó probando las funciones básicas, haciéndolo recitar
datos irrelevantes y búsquedas en Wikipedia. Pronto descubrió que una compuerta
secreta, casi invisible en uno de los omóplatos (justo detrás de donde estaría
su corazón) se abría para revelar una pantalla táctil. Allí pudo configurarlo
para que respondiera al nombre de Jon, y pasó varios minutos
tratando de hacer que el sintetizador de voz sonara un poco más como el Jon de
verdad.
En general, parecía estar funcionando bien, salvo porque por mucho que tratara
de ingresar su nombre, nunca logró que el androide dejara de llamarla "usuario".
Y aunque configuró sus ojos para que fueran verdes, por momentos veía como
estos cambiaban de color, como por voluntad propia, entre el azul del cielo y un
amarillo inhumano aterrador.
Si, en general se podría decir que funcionaba bien, nada por lo que valiera la
pena devolverlo a la fabrica para que lo reparasen. En la caja no le habían
enviado ropa, por lo que lo vistió con unos pantalones que le quedaban algo
apretados y una simple camiseta blanca, sin estampado, hasta que pudiera ir a
comprar ropa para él. Le hizo el cabello en una larga trenza, no solo porque
fantaseaba con ello desde que el Jon de verdad se había dejado crecer el pelo,
sino porque temía que el cabello sintético del robot se enredara y se estropeara
para siempre, ya que este no volvería a crecer. Luego le tejería un beanie, para
cuando se estuviera sintiendo nostálgica.
Por supuesto, lo que más le intrigaba era su anatomía. Hasta donde tenía
entendido, la empresa que fabricaba los originales les daban una anatomía como
la de las muñecas, sin órganos sexuales definidos. Sin embargo, había (por
supuesto) explorado cada centímetro del androide y descubierto que este incluso
tenía un orificio en donde debería estar el ano, y que adentro estaba húmedo, al
igual que su boca, lo cual explicaba el propósito del líquido lubricante que le
debía cargar. Asumió, emocionada, que estas copias piratas debían además
funcionar como muñecos sexuales, pero por mucho que lo intentase no lograba que
su miembro fláccido tuviera una erección.
"Jon, fóllame."
"Jon, Tómame... Por favor. Jon."
"Hazme tuya... Jon, por favor."
"Métemela por el culo, Jon."
Suspiró, frustrada, porque ya no se le ocurrían formas de vocalizar sus ganas de
tener sexo con él; cada vez que le daba algún comando de carácter sexual, los
ojos del androide brillaban dorados por una fracción de segundo, pero no daba
respuesta alguna. Incluso intentó quitarse la ropa y agitar el trasero en su
dirección. Patético.
Revisó el panel de configuración en su espalda y no encontró nada, salvo unas
opciones en chino que nunca habían sido traducidas al inglés, pero que al
activar no pareció cambiar nada. En internet tampoco pudo encontrar información
al respecto. Rendida, y algo desilusionada, se resignó a dejar el tema por el
momento, al menos durante unos días.
Eso no significaba que dejaría de involucrarlo en sus fantasías. El androide
"dormía" con ella cuando estaba apagado, y eso significaba que yacía a su lado
todas las noches mientras se masturbaba; mirándolo directo a los ojos cerrados,
enterrando una mano en sus cabellos mientras frotaba con insistencia su sexo con
la otra. Rozando sus labios color magenta con los suyos justo antes de correrse.
No estaba del todo mal.
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Le costaba admitirlo, pero a veces el androide la ponía nerviosa. La seguía para
todos lados, siempre tan servicial; pero cuando creía que no lo estaba mirando,
fruncía el ceño y su expresión se ponía turbia. Y cuando estaba apagado, a veces
le parecía ver que sus ojos se iluminaban detrás de sus párpados, y que al
despertarse lo encontraba en una posición distinta a la que lo había dejado la
noche anterior. Seguro estaba siendo paranoica, pero por momentos recordaba
todas esas historias de terror sobre robots defectuosos que se salían de control
y asesinaban a sus propietarios, les arrancaban las extremidades con su propias
manos, y ni un ejercito armado los podía parar.
Aquél día primaveral estaba doblando la ropa, organizándola sobre su cama en
pilas y separando la ropa de verano de la de invierno, ya que dudaba necesitar
esta última hasta dentro de unos meses. El androide había estado actuando algo
extraño últimamente, le preocupaba un poco. Se había quedado parado todo el día
en el salón, y tardaba más de lo normal en responder a sus consultas. Si fuera
una persona real, diría que estaba distraído.
"Ay!" Exclamó, y del susto dejó caer toda la pila de ropa al suelo, al darse la
vuelta y ver al androide parado justo delante de ella. No lo había visto entrar.
"Hola, usuario. En qué puedo ayudarle?" Dijo con voz inocente, bloqueándole el
paso. Esas ideas perturbadoras le estaban afectando.
"No, eh, gracias." Sonrió nerviosa, tratando de rodearlo. Por alguna razón
sintió la necesidad de huir.
"Estas segura?" De repente, su expresión cambió por completo. Aquella sonrisa
malévola no podía formar parte de su programación.
Todo ocurrió tan rápido que no le dio tiempo a reaccionar. En un momento estaba
parada en medio de la habitación tratando de llevar la pila de ropa al armario,
y al siguiente su espalda golpeaba la pared, y una mano firme la sujetaba del
cuello. La otra alzó una de sus piernas, levantándola del suelo, estirando con
un dedo el área de la entrepierna de los pantalones cortos y la ropa interior
hacia un lado, exponiendo su intimidad. El androide se había bajado la bragueta,
y alineando cuidadosamente el miembro sintético erguido con su entrada, se lo
metió todo de una sola estocada.
"No! Que haces? Suéltame!" Su primera reacción fue llevarse las manos al cuello
y tratar de librarse, luchó con toda su energía pero no pudo superar la fuerza
sobrehumana del robot. Sus embestidas eran calculadas y, valga la redundancia,
robóticas, el ángulo ajustado meticulosamente para rozar en cada
movimiento las partes más sensibles de su cuerpo. "Basta, no..." Estaba
asustada, pero mentiría si dijera que no había fantaseado con situaciones
similares a esta viendo los covers de villanos de Jonathan Young. En sus
fantasías siempre ocurría de la misma forma; violenta, despectiva, como si
estuviera castigándola por tener aquellos deseos oscuros. Mentiría si dijera que
no lo deseaba.
Luego de algunos minutos desesperados notó que el androide no había intentado
hacerle (más) daño, y el placer comenzaba a reemplazar el temor. Pensó que tal
vez la dejaría en paz una vez que llegara al clímax, y soltó la mano que la
sostenía del cuello para masturbarse. Con la otra mano se aferró a su espalda, y
enterró el rostro en su cuello para ahogar sus gritos mientras llegaba al
orgasmo.
El androide aflojó el agarre de su cuello y por un momento pensó que finalmente
la soltaría, pero en vez de eso la tomó en sus brazos y la lanzó bruscamente
sobre la cama. Apenas le dejó tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo antes
de colocarse entre sus piernas, quitarle los pantalones y la ropa interior y
penetrarla otra vez.
"Ahh! No, detente, por favor..." Al darse cuenta de que el androide aún no tenía
intenciones de soltarla volvió a entrar en pánico. Las manos en su
clavícula empujándola firmemente contra la cama no le dejaban escapatoria.
Prosiguió embistiendo, entrando y saliendo, mirándola todo el tiempo a los ojos
con una expresión ilegible. Sus ojos brillaban con luz propia y le recordaban
que no era humano. "Ah! Jon, no, ahh..." Le avergonzaba lo rápido que su cuerpo
sobreestimulado se había vuelto a excitar. Se acercaba otra vez al orgasmo a una
velocidad alarmante. Abrazó la cintura del androide con sus piernas, sus gritos
de terror se convertieron gradualmente en gemidos de placer.
"Jon, ya fue suficiente, déjame ir..." Después de su segundo orgasmo no creía
que su cuerpo sobreestimulado aguantaría mucho más, y sin embargo no tuvo
alternativa. El androide volvió a tomarla en sus brazos y, sin darle chance a
zafarse, le dio la vuelta para acostarla boca abajo sobre la cama, de rodillas y
con el torso aplastado contra el colchón, para exponer sus partes más
íntimas. Volvió a entrar en su hueco, holgado y resbaladizo por sus fluídos.
Quizás era la adrenalina del peligro, de no tener escapatoria y saber que en
cualquier momento el androide podría acabar con ella con sus propias manos; pero
de una forma extremadamente retorcida le excitaba. Pasar sus últimas horas
siendo usada por una máquina sexual hasta que el cansancio físico terminara con
su vida. Honestamente no era la peor forma de morir.
Después de su tercer orgasmo el androide abandonó su abusado conducto, y ayudado
por la mezcla entre el líquido lubricante que rezumaba de la punta de su miembro
y abundantes fluídos vaginales, se introdujo lentamente en su ano. Dolía un poco
por la falta de preparación, pero en ese momento le pareció un descanso bien
merecido para sus órganos reproductores. Y el sexo anal nunca fallaba en darle
los orgasmos más intensos. No tardó en llevar una mano a su sexo, ondulando dos
dedos sobre su clítoris mientras el miembro grueso del androide retomaba la
velocidad constante de antes; llevándola al borde del éxtasis por cuarta vez en
el día, pero no por última.
En un fugaz momento de lucidez pensó que quizás se habían activado de golpe
todos los comandos sexuales que le había dado al androide durante los últimos
días, y que ahora no se detendría hasta hacer que se corriera tantas veces como
se lo había pedido. O hasta que se le acabara la batería, una de dos. Abatida,
recibió y recibió y perdió la cuenta de cuantas veces se había venido; hasta que
finalmente, luego de una serie de estocadas erráticas, los ojos del androide se
pusieron completamente negros, y se desplomó sobre ella como un cadaver. Y unos
segundos después se volvieron a encender, y el androide se irguió, como si nada
hubiera pasado.
"Hola, usuario. En que puedo ayudarle?"
"...Qué fue lo que ocurrió?"
"Lo que querías."
"Apágate, ya, apágate..."
Estaba viva. Estaba super agotada, y le dolía todo el cuerpo, pero estaba viva,
y el androide estaba apagado, y no había intentado matarla, solo había hecho que
se corriera un millón de veces. O seis, siete, no estaba segura. Y justo antes
de perder el conocimiento, por fin cayó en cuenta de que tenía su propio Jon, y
que este Jon era suyo, y que no importaba si el Jon de verdad no era suyo,
porque tenía su propio Jon. Y todo estaba bien en el universo.
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Recapitulando: su androide estaba defectuoso, corrupto, poseído por demonios o
tal vez solo tenía muchísimo lag, pero por imprudente o estúpida (o
ambas) no tenía intenciones de deshacerse de él. Sin embargo, y por mucho que le
encantara el sexo sorpresa, preferiría que respondiera a sus comandos de
forma más predecible y menos incontrolable. Definitivamente seguiría haciendo
pruebas, pero luego; por el momento su cuerpo no aguantaría otra sesión como la
del día anterior. Probaría con algo no tan físicamente demandante.
"Jon, bésame."
Y el androide la besó, apenas una dulce presión en los labios. Sin titubeos, sin
delay, sin intentos de homicidio. Quizás se había arreglado solo. Quizás había
cambiado algo después de toquetear la configuración. Quizás solo había que
apagarlo y prenderlo otra vez.
Se preguntaba cuanto le costaría programar la alarma para que la despertara
todas las mañanas con sexo oral.
(Terminado el 23 de Diciembre del 2019)
[Notas de la autora: Les ha ocurrido alguna vez que le dan doble clic a un programa y 5 minutos después se abre, cuando ya te habías olvidado de que lo estabas intentando abrir? Pues eso.
En el borrador original, el androide era un sexbot que por causa de un fallo del sistema, intentaba matar a la protagonista en pleno coito. Al final terminé ablandándome un poco porque me cuesta demasiado escribir una situación como esa y pretender que no me gusta =P]
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